Este lunes, la justicia boliviana dictó una sentencia de seis años de reclusión en un centro para menores a una adolescente de 17 años, quien fue encontrada culpable del asesinato de una niña de ocho años en la localidad de San Rafael de Velasco. Además, sus padres y su tío fueron detenidos y enviados a la cárcel por su complicidad en el crimen.
Los primeros en enfrentar a la justicia fueron los progenitores de la adolescente, Feliciano M. T. y Norma G. S., junto con su tío, Gregorio M. T. Los tres fueron imputados por el delito de infanticidio en grado de complicidad y presentados ante un juez cautelar en las celdas de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) en Santa Cruz. Durante la audiencia, el juez ordenó que todos sean recluidos en la cárcel de Palmasola por un periodo de 180 días.
El comandante departamental de la Policía de Santa Cruz, Erik Holguín, reveló en una conferencia de prensa que estos familiares ayudaron a enterrar el cuerpo de la niña asesinada a solo 200 metros de su vivienda en la comunidad de Miraflores, perteneciente a la jurisdicción de San Ignacio de Velasco.
La adolescente, autora del infanticidio, fue imputada y, tras aceptar su culpabilidad, fue sometida a un procedimiento abreviado. En la audiencia correspondiente, el juez del menor la sentenció a seis años de reclusión en el Centro Educativo Piloto de Justicia Penal Juvenil Nueva Vida Santa Cruz (Cenvicruz), según informó el fiscal Victor Hugo Cervantes.
Las investigaciones revelaron detalles estremecedores del crimen. La autopsia confirmó que la adolescente provocó un traumatismo encéfalo craneano a la niña al golpearla con un palo y luego la apuñaló 30 veces con un cuchillo de cocina. El informe médico legal especificó que el cuerpo de la víctima presentaba lesiones graves, incluyendo un traumatismo craneal, shock hipovolémico severo y 30 heridas por arma blanca, distribuidas entre la parte posterior y anterior del cuerpo.
Según la Policía, la adolescente cometió el asesinato para imitar rituales que su madre, Norma G. S., realizaba con animales en su hogar. La madre había acostumbrado a su hija a presenciar sacrificios de animales como gallinas y conejos, actos que la menor intentó replicar, esta vez con una niña.
El crimen se desarrolló el pasado 7 de agosto, cuando la niña de ocho años fue reportada como desaparecida después de ir a una tienda a comprar hielo. La adolescente, que atendía la tienda, le vendió hielo y le dijo que volviera más tarde para recoger su cambio. Cuando la niña regresó, fue invitada a entrar en la vivienda, donde la adolescente la golpeó en la cabeza con un palo y luego la apuñaló 30 veces. El cuerpo de la niña fue enterrado en un lugar donde la familia de la autora acostumbraba a quemar basura, con el fin de ocultar el crimen.
