La activista y rescatista de animales en Santa Cruz, Lilibeth Coimbra, fue aprehendida el miércoles por efectivos de la Policía Forestal y de Preservación del Medio Ambiente (Pofoma) en el marco de una investigación sobre la muerte de cuatro perros ocurrida el pasado 1 de abril. Según las autoridades, tres de los canes murieron a causa de envenenamiento con órganos fosforados, mientras que uno de ellos falleció debido a un paro cardiaco. La aprehensión de Coimbra ha causado gran conmoción en la ciudad, dado su perfil público como defensora de los animales y su constante participación en causas sociales.
El comandante de Pofoma en Santa Cruz, Sandro Peñarrieta, confirmó que Coimbra será puesta a disposición de un juez cautelar para que se determine su situación jurídica, lo que abre la puerta a posibles implicaciones legales por el caso. La noticia ha generado una fuerte controversia, especialmente entre aquellos que conocen a Coimbra como una figura activa en la defensa de los derechos de los animales, lo que ha suscitado tanto apoyo como críticas.
En medio de la tensión, Humberto Coimbra, padre de la activista, defendió a su hija y explicó los hechos desde la Estación Policial Integral (EPI) 5 de la Villa Primero de Mayo, donde Lilibeth permanece detenida. Según Humberto, el envenenamiento de los perros ocurrió dentro de su domicilio y podría haber sido un accidente. Relató que, el 1 de abril, tres perros fueron encontrados muertos en el interior de su casa, y uno de ellos, una perra que había parido hace un mes, fue vista en las cámaras de seguridad ingiriendo algo de la reja de la casa. Tras hacerlo, salió tambaleando y vomitó. El hermano de la perra, otro perro grande, también habría comido lo que ella ingirió. Sin embargo, Humberto destacó que no está claro si los perritos pequeños habrían mamado de la madre antes de morir.
Humberto añadió que, alrededor de las 8:30 a.m. del 1 de abril, cuando él salió a comprar pan para los albañiles que trabajaban en su casa, los perros ya estaban muertos. Al regresar, intentó alimentar a uno de los perros que aún seguía con vida, pero este no quiso comer. A los pocos minutos, la Policía llegó a la casa para realizar investigaciones y requisar las cámaras de seguridad, lo que causó la preocupación de Humberto, quien afirmó que no tuvo tiempo suficiente para haber sido el responsable de las muertes de los animales.
«Desde que yo les di de comer hasta que entró la Policía a sacar cámaras y revisar todo, no pasaron ni 20 minutos. Los perros ya estaban rígidos. No podía haberlos matado en ese tiempo. Para mí esto es un caso armado», aseguró con firmeza Humberto Coimbra. A lo largo de su intervención, también expresó su sospecha de que su hija podría estar siendo objeto de persecución, argumentando que la envidia y el maltrato hacia ella por parte de algunos sectores sociales podrían estar detrás del caso.
La audiencia cautelar de Lilibeth Coimbra está programada para el jueves, aunque aún no se ha definido el horario exacto. Este caso ha reavivado el debate en Santa Cruz sobre el trato a los animales, la aplicación de la ley en casos de maltrato y el papel de los activistas en la protección de los derechos animales frente a las autoridades. La situación también ha puesto de manifiesto la tensión entre los defensores de los derechos de los animales y los procedimientos judiciales en casos de presunto maltrato o negligencia.