El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, salió al paso este domingo de las crecientes tensiones tras el bombardeo ordenado contra instalaciones nucleares en Irán. En declaraciones a la cadena NBC, Vance afirmó tajantemente que el país no está en guerra con la República Islámica, y subrayó que la operación tuvo como único objetivo el programa nuclear iraní. “No estamos en guerra con Irán. Estamos en guerra con el programa nuclear iraní. Y estamos increíblemente agradecidos y orgullosos de los pilotos de la Fuerza Aérea estadounidense que hicieron un trabajo increíble anoche”, expresó el vicepresidente, elogiando la precisión y efectividad del operativo.
Vance aseguró que Estados Unidos no tiene intención de iniciar una invasión o de desplegar tropas terrestres en territorio iraní, y advirtió que cualquier agresión directa de Teherán contra las fuerzas estadounidenses en la región sería respondida con una “fuerza abrumadora”. El mensaje, según analistas, busca contener la alarma internacional por una posible escalada militar en Oriente Medio.
El vicepresidente también aprovechó la ocasión para distanciarse de comparaciones entre el ataque actual y la invasión a Irak en 2003, promovida durante el gobierno del expresidente George W. Bush. “Me solidarizo con los estadounidenses exhaustos tras 25 años de conflictos en Oriente Medio. Entiendo su preocupación. Pero la diferencia es que entonces teníamos a un presidente estúpido y ahora tenemos uno que sí sabe cómo lograr los objetivos de seguridad nacional de Estados Unidos”, manifestó, en una clara defensa de la gestión del presidente Donald Trump.
La intervención de Vance se produce en un contexto en el que el mandatario estadounidense ha recibido críticas, incluso desde su propio partido, por el riesgo de que la situación con Irán derive en un nuevo conflicto prolongado. Algunos sectores políticos y ciudadanos han recordado con inquietud el inicio de la guerra de Irak, una intervención que se basó en la supuesta existencia de armas de destrucción masiva y que terminó por erosionar la confianza pública en las decisiones bélicas del gobierno.
Mientras tanto, las tensiones en la región continúan en aumento, especialmente tras la aprobación por parte del Parlamento iraní de una medida para cerrar el estrecho de Ormuz, un punto clave para el tránsito del 20 % del petróleo mundial. La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de estos acontecimientos, en un momento que podría marcar un punto de inflexión en el equilibrio geopolítico del Golfo Pérsico.