Durante una inspección en la zona de San Miguel de Velasco, se descubrió a una pareja quemando bosque seco chiquitano en plena pausa ambiental, lo que agrava la crisis de incendios en Bolivia, donde ya han ardido 10 millones de hectáreas. La quema fue detectada en un área previamente desmontada con maquinaria, donde se apilaron arbustos y material vegetal para avivar las llamas, en clara contravención a las medidas ambientales vigentes.
El hallazgo se produjo en el marco de una revisión para verificar el avasallamiento sufrido por la empresa Cimal-Marbol, que posee una Autorización Transitoria Especial (ATE) para la gestión sostenible de 75.400 hectáreas de bosque durante 40 años. Sin embargo, desde el año pasado, esta concesión ha sido invadida por grupos ilegales que aún no han sido desalojados, a pesar de contar con una orden judicial de julio de 2023. La inspección confirmó un daño significativo: el desmonte ilegal de 700 hectáreas, lo que equivale a la pérdida de más de 50.000 árboles aprovechables.
La pareja encontrada en el lugar afirmó no haber recibido órdenes específicas y justificó sus acciones diciendo que necesitan trabajar. Declararon su intención de sembrar soya y maíz en las tierras desmontadas. Además, mencionaron pertenecer a la comunidad llamada Monte Sinaí, aunque durante la inspección se encontraron carteles de la “Comunidad campesina agropecuaria Tunas”, lo que refleja la complejidad del conflicto territorial.
Orlando Melgarejo, vicepresidente del Consejo de Certificación Forestal Voluntaria (CFV-FSC), denunció que estas acciones buscan cambiar el uso de suelo, haciendo imposible la recuperación del ecosistema en menos de 25 años. También expresó preocupación por la inacción de instituciones estatales como la ABT, INRA y la Policía, que no han ejecutado la orden de desalojo emitida hace meses.
El conflicto evidencia no solo el daño ambiental, sino también una creciente presión por el control de tierras en una zona destinada a la gestión forestal sostenible. Las autoridades aún no han ofrecido una solución clara, lo que deja en el aire la posibilidad de recuperar los ecosistemas afectados y garantizar un manejo adecuado del territorio.