Un reciente informe del Ministerio de Hidrocarburos reveló una situación crítica en el abastecimiento de combustibles en Bolivia. De acuerdo con el reporte, entre 30 y 40 de cada 100 cisternas destinadas al mercado interno son desviadas antes de llegar a su destino final, un hecho que profundiza la escasez de gasolina y diésel en distintas regiones del país.
El ministro de Hidrocarburos, Mauricio Medinaceli, expresó su indignación ante estas prácticas ilícitas que perjudican tanto al Estado como a la población. “Yo quedo pasmado con la indolencia de estos compatriotas bolivianos que desvían combustible y no tienen la más mínima piedad, ni siquiera con el prójimo”, lamentó, calificando a los responsables como “malos bolivianos” que actúan en complicidad con varias instituciones.
Medinaceli reconoció que, a pesar de los esfuerzos del Gobierno, el control en fronteras y rutas continúa siendo complejo, lo que facilita las operaciones de desvío y contrabando de carburantes. Este fenómeno genera un impacto directo en el suministro nacional, causando largas filas, restricciones de venta y dificultades crecientes para el transporte de carga y el sector productivo.
El ministro, citado en un boletín oficial, advirtió que el desvío de combustibles no solo representa un daño económico significativo, sino que afecta de manera directa a la ciudadanía, que enfrenta constantes problemas para acceder a carburantes esenciales.
A ello se suma un panorama financiero delicado. Según explicó la autoridad, aunque existen recursos comprometidos y apoyo de organismos internacionales, el Estado boliviano atraviesa tensiones económicas que complican tareas fundamentales como el abastecimiento de combustibles o el pago de beneficios sociales, entre ellos la Renta Dignidad.
“El Estado está sin dinero, la logística tiene problemas por el desvío y el control es muy difícil”, sostuvo Medinaceli, advirtiendo que el país enfrenta un problema estructural que combina limitaciones económicas, falencias técnicas y dificultades logísticas, como los retrasos en la llegada de buques y otros obstáculos que afectan la cadena de suministro.
Finalmente, el ministro atribuyó parte de la crisis actual a la falta de planificación en la gestión anterior. “La gestión anterior nos dejó una planificación ineficiente, marcada por la corrupción y sin visión de largo plazo. Aunque la situación es complicada, aún estamos a tiempo de corregir el rumbo y lo estamos haciendo con responsabilidad”, concluyó.







