El general en servicio pasivo Tomás Peña y Lillo, acusado de planificar la toma de la plaza Murillo el 26 de junio, anunció que se declara en la clandestinidad hasta que existan garantías necesarias y una autoridad competente le asegure la protección de su integridad y su servicio leal de 40 años a la patria. Peña y Lillo concluyó así su entrevista con el periodista Jhon Arandia.
Este martes, el general jubilado reapareció en público y calificó los eventos del 26 de junio como una “tragicomedia”. Afirmó que no se presentará ante la justicia, alegando que las autoridades buscan encarcelar a todos los que tuvieron contacto con el general Juan José Zúñiga.
Peña y Lillo pidió una investigación internacional sobre el caso, argumentando que el general Zúñiga ha acusado al presidente Arce de ordenar los hechos, lo que implica la necesidad de investigar tanto a los autores materiales como a los intelectuales de manera imparcial y externa. “En ese caso, me someto de inmediato y me presento con todas las garantías”, desafió Peña y Lillo.
El militar explicó que no se presentó el día siguiente a los sucesos debido a un encuentro con amistades que lo retrasó. Según su relato, grupos de policías visitaron su domicilio en tres ocasiones (a las 23:00, a la 01:00 y a las 04:00) en número creciente, lo que asustó a su familia.
Peña y Lillo advirtió que los responsables de los actos que considera abusivos eventualmente deberán rendir cuentas. “La experiencia me dice que todos los jolgorios son momentáneos y de ahí les van a pasar la factura. Yo recomiendo a la población boliviana que comience a luchar contra este abuso”, declaró.
El general negó haber participado en la planificación del asalto militar del 26 de junio, como lo acusan las autoridades. Relató que Zúñiga lo convocó a su oficina y le pidió apoyo institucional del sector pasivo de las FFAA. Tras consultar con las departamentales, recibió una negativa porque no se sabía para qué Zúñiga necesitaba el apoyo.
Peña y Lillo recordó que el vicepresidente de los militares jubilados sugirió que podría tratarse de un golpe de Estado, algo que él consideró imposible dada la escasez de recursos militares involucrados.
Peña y Lillo también señaló la estrecha amistad entre Zúñiga y el presidente Luis Arce, afirmando que sabía que Zúñiga iba a ser relevado de su cargo dos días antes por declaraciones que hizo a un medio de comunicación.
El general describió los eventos del 26 de junio como un “circo”, cuestionando el comportamiento de los generales y del ministro que golpeó la ventana del palacio. “Nosotros pensábamos que era una especie de circo. ¿Cuál era el motivo de meterse a palacio, sabiendo que el Gobierno ya no está en palacio?”, se preguntó Peña y Lillo, subrayando la absurda teatralidad de la situación.
