El anuncio del expresidente Evo Morales de ingresar a la ciudad de La Paz por cuatro puntos estratégicos no es una novedad, sino una reedición de las marchas que ocurrieron hace 30 años, organizadas por cocaleros de Los Yungas y el Chapare. Estos eventos se dieron en respuesta a la erradicación forzosa de cultivos de coca, impuesta por la Ley 1008. Estas marchas son parte de la historia de resistencia campesina en Bolivia, y fueron detalladas por la antropóloga inglesa y especialista en Bolivia, Alison Spedding, en su libro *”Batallas Rituales y Marchas de Protesta: Modos de Apropiarse del Espacio en el Departamento de La Paz”*. En esta obra, Spedding narra cómo los campesinos utilizaron marchas como medio de protesta en la ciudad de La Paz.
Uno de los sucesos más significativos se produjo en septiembre de 1994, cuando los cocaleros de Los Yungas marcharon en oposición a la erradicación forzosa de coca en su región, y también para exigir el reconocimiento de su asociación, que luego sería conocida como Adepcoca. Esta marcha no solo fue una manifestación contra las políticas gubernamentales, sino también un símbolo de la lucha por los derechos y la autonomía de los campesinos cocaleros.
La marcha de 1994 comenzó el 6 de septiembre, recorriendo la carretera hasta el pueblo viejo de Unduavi. A partir de allí, los marchistas siguieron caminos a pie a través de la cordillera, emergiendo sorpresivamente en el barrio periférico de Pampahasi, al noreste de La Paz, en lugar de ingresar por la ruta esperada en Villa Fátima, lo que tomó por sorpresa a las autoridades.
En ese momento, el ministro del Interior, Carlos Sánchez Berzaín, había dispuesto que la Policía esperara a los cocaleros en La Cumbre para detener su avance y forzarlos a regresar. Sin embargo, los marchistas nunca llegaron por esa ruta, lo que llevó a Sánchez Berzaín a describir la protesta como una “marcha fantasma”. Mientras tanto, un rumor circulaba indicando que los cocaleros podrían ingresar por la zona sur de La Paz, lo que movilizó a las fuerzas del orden hacia ese área. A pesar de estas maniobras, los marchistas finalmente ingresaron por Pampahasi, sorprendiendo a las autoridades. En respuesta, Sánchez Berzaín ordenó la movilización de las Fuerzas Armadas, lo que resultó en una violenta represión que dejó un saldo de 50 heridos.
Los cocaleros del Chapare también participaron en este episodio de resistencia. Aunque las autoridades esperaban detenerlos en El Alto, estos tomaron rutas alternativas para llegar al centro de La Paz. Según Spedding, los marchistas del Chapare pasaron por Circuata en Inquisivi, y desde allí siguieron una ruta directa por el río La Paz, evitando la carretera troncal. Ingresaron a la ciudad por los barrios acomodados del sur, dos días después de la llegada de los cocaleros de Los Yungas.
Dos años más tarde, en 1996, las mujeres cocaleras del Chapare llevaron a cabo una marcha similar, replicando la ruta tomada por los hombres. Esta manifestación también ingresó a La Paz por la zona sur, despertando la solidaridad de los barrios residenciales.
Este pasado histórico fue evocado por Evo Morales cuando mencionó que el ingreso a La Paz se realizaría por cuatro puntos estratégicos, aunque no detalló el año exacto de este plan. Morales destacó que las mujeres cocaleras habían demostrado la existencia de rutas alternas para llegar a la ciudad. Sin embargo, las organizaciones de El Alto, alineadas con la alcaldesa Eva Copa, advirtieron que no permitirían el paso de la marcha y ya habían iniciado vigilias en preparación.
