El pasado 26 de junio, un episodio tenso y potencialmente violento sacudió el Palacio Quemado, según revelaciones recientes del ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo. Ese día, unidades policiales se enfrentaron a una situación crítica al intentar contener el avance de militares liderados por el excomandante del Ejército, Juan José Zúñiga, quien había tomado control del edificio histórico.
El relato del ministro destaca que las fuerzas policiales, anticipándose al ingreso de los militares por la puerta principal ya comprometida, prepararon una posición defensiva en el hall del Palacio. En esos momentos de alta tensión, se instaló una ametralladora con trípode apuntando directamente hacia la entrada, listos para responder si se intentaba arrestar a los tres generales involucrados en la toma.
El conflicto se intensificó cuando Zúñiga y sus tropas tomaron la plaza Murillo con un despliegue considerable de vehículos blindados y personal armado de la Policía Militar. El excomandante proclamó la toma del Gobierno, un acto que duró varias horas antes de que abandonara el lugar. Según Del Castillo, de no haberse contenido el avance militar hacia el interior del Palacio Quemado, se habría desatado un enfrentamiento armado con consecuencias potencialmente devastadoras, comparables a los eventos del año 2003.
El ministro detalló además que Zúñiga ya tenía preparado un discurso para ser pronunciado tras asegurar el poder, enfatizando su intención de convocar nuevas elecciones y establecer un gobierno de emergencia en colaboración con la sociedad civil.
Desde entonces, el gobierno ha avanzado en la captura y procesamiento judicial de personas involucradas en los disturbios, con 23 detenidos hasta la fecha y más individuos interrogados como testigos clave. Las investigaciones apuntan a que el plan de Zúñiga fue meticulosamente planeado con anticipación, revisando incluso sus actividades y publicaciones en redes sociales para entender la magnitud de su ambición política y militar.