En medio de un clima de tensión social y crisis política, el expresidente Evo Morales se pronunció públicamente este domingo para deslindar cualquier responsabilidad directa en los bloqueos de caminos que, desde finales de mayo, han afectado gravemente a Bolivia. Las movilizaciones, encabezadas por sectores afines al ala radical del Movimiento al Socialismo (MAS), han provocado desabastecimiento de productos básicos, pérdidas económicas millonarias y, trágicamente, la muerte de al menos cinco personas en enfrentamientos con fuerzas del orden.
Durante un acto con simpatizantes, Morales intentó tomar distancia de la convulsión que sacude al país. “Soy enemigo de bloqueos, cuántas veces he rechazado. Ahora todo me echan la culpa”, expresó, en un intento de evadir las acusaciones que lo señalan como instigador de las protestas. No obstante, sus palabras no lograron apaciguar el malestar general ni disipar las sospechas sobre su influencia en los sectores movilizados.
El exmandatario atribuyó la convocatoria a los bloqueos a la dirigencia del Pacto de Unidad, agrupación compuesta por organizaciones sociales que históricamente han respaldado su liderazgo. Aseguró que las protestas responden a una movilización “espontánea” y fuera de su control, al afirmar que “la gente nos rebasa”. Con esta declaración, Morales busca posicionarse como un actor ajeno a las decisiones operativas, aunque mantiene un rol simbólico central en el imaginario de los sectores movilizados.
Pese a la gravedad de los hechos, Morales no emitió una condena clara contra los actos de violencia que han dejado víctimas fatales, heridos y decenas de detenidos. Por el contrario, en tono reivindicativo, recordó las marchas que lideró a principios de 2024, cuando presentó al Gobierno un pliego de demandas compuesto por “14 o 16 puntos —no me acuerdo exactamente”, según dijo, sin que hasta ahora hubiera una respuesta oficial por parte del Ejecutivo.
Desde su perspectiva, el origen de la conflictividad radica en el deterioro de la economía nacional y en la supuesta falta de voluntad del Gobierno de Luis Arce para entablar un diálogo efectivo con los sectores sociales. Morales calificó la situación actual como una reacción natural de los pueblos frente a la inacción del poder central. “La solución es el diálogo, pero a este paso solo va a crear más rebelión, más sublevación. No me voy a poner a parar”, advirtió, dejando entrever que, si bien no promueve directamente las medidas de presión, tampoco intervendrá para detenerlas.
